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Columna de la Paz

Ubicado en Plaza de Cagancha, en la confluencia de la Av. 18 de Julio, la Av. Gral. Rondeau y la calle Gutiérrez Ruiz.
Autor José Livi, italiano (1830-1890)
Inauguración 20 de febrero de 1867
Ubicación Plaza de Cagancha, en la confluencia de las Avdas. 18 de Julio, Gral. Rondeau y la calle Gutiérrez Ruiz
Material Bronce y mármol
Material del basamento Mármol blanco
Descripción De una altura total de 17 metros y un peso de 9 toneladas, está constituída por una figura femenina, alegórica, que corona una alta columna de mármol blanco. La estatua de bronce, tiene en su mano derecha un gladio romano.

El brazo izquierdo, en alto, sostiene una bandera a medio desplegar. Sobre la cabeza, gorro frigio, una túnica griega envuelve la figura. A sus plantas, la anarquía, que había asolado al país desde la independencia.

En ese año 1889, el gladio de la mano derecha fue sustituído por cadenas con el aro y el eslabón roto.

De esta forma, simboliza la libertad, denominación con la que encabezó a conocerse también, popularmente, la Plaza donde está ubicada. La columna de estilo corintio, está emplazada sobre un basamento de mármol blanco, al que se accede por medio de tres escalones del mismo material.

Desde su creación hasta el presente, la Plaza de Cagancha cambió tanto que todavía hay gente que le confunde el nombre. Sigue siendo, como en sus orígenes, el centro del centro, el corazón geográfico de Montevideo, el kilómetro cero del sistema vial de todo el país.

Al medio está la Columna de la Paz, coronada por una estatua, que también generó constantes marchas y contramarchas: a veces apareció con una espada y otras se le vio con una cadena rota. En ocasiones no portaba nada y por momentos había desaparecido.

La plaza surgió sin nombre, con el nacimiento de la República, en 1836, como la plaza central del trazado de la Ciudad Nueva, fuera de los límites del recinto amurallado del período colonial.

En 1840 recibió su nombre, alusivo a la batalla librada un año antes a orillas del arroyo de Cagancha, cuando Rivera derrotó a las fuerzas invasoras del gobierno de Buenos Aires.

En 1867 se engalanó con la inauguración de la Columna de la Paz, en homenaje a la paz entre los partidos tradicionales, cuando en 1865 se puso fin a la guerra civil. La paz merecía lo que fue el primer monumento de tal porte en el país. Durante mucho tiempo, la Columna sobresalía, solitaria, en medio del humilde descampado.

El monumento fue obra del escultor italiano José Livi, para quien posó su agraciada mujer, Rosita Pittaluga, con túnica griega y gorro frigio. En el proyecto la estatua llevaría una bandera en una mano y una espada en la otra, aunque permaneció un buen tiempo con una mano vacía, indecisa.

Justamente esa mano, prevista para portar el gladio, generaría controversias, marchas y contramarchas, y una peripecia tan singular como accidentada.

En 1868 se le colocó la espada, como había previsto su creador, pero el destino quiso que la tumbara un rayo, en 1877, circunstancia que se aprovechó para resolver algo que en aquel entonces se consideraba un mensaje contradictorio: se sustituyó la espada (poco representativa de la paz entre los partidos tradicionales) por un símbolo menos agresivo: una cadena rota.

A partir de entonces se sumó otra confusión, que sobrevive hasta hoy, cuando se le pasó a conocer como la estatua de la libertad (por la cadena rota) aunque en verdad continuó siendo la Estatua de la Paz.

Dos generaciones de montevideanos conocieron a la estatua inspirada en Rosita Pittaluga con la cadena colgando. Otros, sólo conocen la cadena por fotografías.

Pero la cadena no convencía del todo. Por algo Livi la había imaginado con el gladio, se decía. Por eso se aprovechó otra circunstancia fortuita: la remodelación que se le hizo en 1940, que le devolvió su gladio original, como se mantiene hasta hoy.