A fines del siglo pasado, el Brigadier General Máximo Santos (1847-1889), que estaba al frente del gobierno nacional, mandó construir su residencia y sede del gobierno en este palacete de suntuosidad inusual para la época. Proyectado por el ingeniero Juan Alberto Capurro –la construcción se finalizó en 1886-, la obra se inspira en la vertiente italiana de la modalidad ecléctica: renacentista, manierista y barroca. Mantiene el mismo esquema que la vivienda tradicional, nucleando las habitaciones en torno a patios interiores, aunque las dimensiones y el manejo ornamental la elevan a la categoría de lujosa.
El exterior presenta un tratamiento severo, con un diseño de excelentes proporciones, que recurre a pedestales y balcones con balaustres. Para asimilarse a su entorno, la construcción reserva la suntuosidad al interior, donde se observa un despliegue ostentoso en la calidad y tratamiento de los materiales: mármoles, vitrales, filigranas de yeso, cristales, esculturas, y en el amoblamiento. Los trabajos de restauración y conservación realizados en la década del 60 procuraron la preservación de los elementos originales.