PRIMER ENCUENTRO DE CUIDADOS DEL B
LA ALCALDESA SILVANA PISSANO PRESENTA LOS FUNDAMENTOS DEL PLAN DE CUIDADOS DEL MUNICIPIO B
¿Por qué a las políticas municipales del Municipio B le importan los cuidados?
Porque poner el cuidado de la vida y del ambiente en el centro de nuestras preocupaciones forma parte del horizonte de “igualdad” y las políticas de igualdad forman parte de las definiciones políticas del Municipio B. En nuestros barrios la organización social de los cuidados se asienta sobre una base de importantes desigualdades, visibilizadas por el movimiento feminista como parte de la invisibilidad del trabajo no remunerado de las mujeres y los costos asociados a una mayor carga laboral que los varones en general, con menores retornos en dimensiones como la remuneración, el reconocimiento social, la participación política. Estas desigualdades históricas requieren de corresponsabilidad en los cuidados y justicia redistributiva en la división sexual del trabajo.
Hoy más que nunca, han quedado francamente expuesta en la pandemia por Covid-19, en donde los resquebrajamientos de la matriz de protección social respecto a cómo nos cuidamos se hicieron más que evidentes y amplificaron la noción de la relevancia de los cuidados como aspecto fundamental para sostener la vida.
¿Qué significa poner en el centro los cuidados?
La ciudad, el barrio, la calle, y los espacios públicos, no son neutros ni objetivas, sino que su diseño está permeado por ideas y valores hegemónicos que terminan por establecer quiénes pueden ejercer el derecho a la ciudad y cómo deben hacerlo. Considerar estos aspectos, que develan que no existe una neutralidad en el pleno goce de derechos, en el uso y disfrute de los mismos, es más que relevante a la hora de planificar y hacer ciudad, fundamentalmente desde las políticas públicas municipales, ya que permite conocer quiénes y de qué forma han sido sistemática y tradicionalmente excluidas/os. El reconocimiento de esta problemática permite avanzar hacia la construcción de una ciudad más igualitaria, que contemple las dinámicas de la vida cotidiana y las necesidades de la población toda, más allá de un modelo urbano centrado en la imagen vertebradora de un trabajador, varón, sin necesidades de cuidados, “autónomo” e “independiente”. Implica, a la vez, comprender las desigualdades sociales, basadas en la diferencia, que generan formas de vivir la ciudad y construir deseos y necesidades en torno a su uso y goce, como lo son la identidad de género, la edad, clase social, situación de dependencia.
Un Municipio que cuida significa avanzar en un territorio accesible, transitable, seguro y habitable para todas y todos. Un territorio que contemple los cuidados, desde una concepción integral del término, como un elemento indispensable para la reproducción de la vida. Por lo tanto queremos expresar la necesidad de construir colectivamente reflexiones sobre los cuidados que expresen las necesidades, respuestas y propuestas de una ciudad cuidadora que atienda la cotidianidad de la vida. Pensamos en todas las personas inclusive las dependientes, con diferentes respuestas y propuestas, de y para la población toda. Apostamos a una construcción participativa, que incluya a diferentes actores del entramado municipal (instituciones, sociedad civil organizada, vecinos/as, fundamentalmente a las mujeres como sujetos políticos) capaz de considerar los recursos, servicios e infraestructuras existentes, así como también las ausencias en relación a los cuidados. Esas reflexiones junto a los colectivos feministas, redes de cuidados, de personas mayores, de infancia y adolescencia, revalorizando la reproducción de la vida, la eco-dependencia y la corresponsabilidad como elementos centrales en el derecho a la ciudad. "
¿Cuáles son los principios orientadores del Plan de Cuidados del Municipio B?
Incorporar una perspectiva feminista de los cuidados implica el desafío de orientar nuestro accionar tomando en cuenta la interdependencia (todas las personas dependemos unas de otras), la ecodependencia (el vínculo con la naturaleza que nos rodea) y una posición respecto a la corresponsabilidad que reconoce el cuidado como un derecho, visibilizar y reconocer el valor social de los cuidados así como promover transformaciones culturales para que el peso de los cuidados no siga recayendo mayoritariamente sobre las mujeres. Veamos uno a uno estos principios:
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Interdependencia: todas las personas, sin distinción, necesitamos de otros seres humanos para sobrevivir. Todas/os hemos necesitado del cuidado de otras/os para devenir personas, a su vez, lo daremos a otras/os en el curso de nuestras vidas y lo volveremos a necesitar del cuidado de otras/os de manera recurrente.
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Ecodependencia: significa reconocer el vínculo que como especie tenemos con otros seres vivos y con la naturaleza. Cuidar las bases materiales que sostienen la vida supone una reorientación de la cultura relacional para una ética de cuidados.
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Corresponsabilidad: la corresponsabilidad tiene que mirar la perspectiva de género sino también la generacional. Esto requiere, por un lado, deconstruir estereotipos, mandatos sociales, mitos y creencias en torno a capacidades, espacios o roles naturales de cada género. A la vez, reconocer el cuidado como un derecho necesario para todas/os en términos de la sostenibilidad de la vida. Visibilizar, revalorizar y redistribuir las tareas de cuidado apunta también al fortalecimiento tramas sociales, a visibilizar las desigualdades propias de un sistema desigual y patriarcal. Supone un modelo de protección social en el que se reconoce el valor de los cuidados y se brindan garantías para su provisión, redistribuyendo las cargas, con énfasis en la desfamiliarización y en la participación social donde el Estado promueve y garantiza políticas de cuidado. Se comparte que, si no se produce algún tipo de proceso emancipador y una corresponsabilidad en los cuidados (involucrando instituciones, comunidades, personas con de distintas generaciones e identidades de género), los mismos seguirán a cargo fundamentalmente de las mujeres de manera no remunerada, perpetuando una larga e injusta división del trabajo y los retornos por su realización.