El Municipio B, casco histórico de la ciudad, se encuentra sobre el suroeste de la bahía de Montevideo. Se encuentra integrado por los siguientes barrios: Aguada, parte de La Comercial y de Tres Cruces, Cordón, Parque Rodó, Palermo, Barrio Sur, Ciudad Vieja y Centro. Abarca los Centros Comunales Zonales 1 y 2.
La hoy populosa barriada de la Aguada se vincula, en su origen, al establecimiento de la población de la ciudad de Montevideo.
Este barrio de vida tranquila, que casi no cambia su fisonomía tuvo en sus comienzos el aporte de inmigrantes italianos.
Fundada Montevideo con el carácter de un bastión militar en la península, claras razones estratégicas impusieron dejar libres de obstáculos los espacios aledaños para no entorpecer la eficacia defensiva de las bocas de fuego de sus baluartes y murallas.
El Parque Rodó está indisolublemente unido con la costa y el mar. En 1889, el Banco de Crédito Real Uruguayo -cuyo principal referente era Francisco Piria- inició la venta en remate del nuevo barrio “Porteño”, el actual Parque Rodó, próximo a la playa Ramírez. Sus calles se llamaban Asilo, Mal Abrigo, Estanzuela, Asamblea, Salsipuedes, Durazno, Municipio y Defensa. El barrio lleva el nombre del célebre escritor José Enrique Rodó, cuya estatua realizada por el escultor José Belloni ocupa un espacio central del parque.
Se ubica al sur de la ciudad, limitando al oeste con Barrio Sur, al norte con Cordón, al este con la calle Jackson y al sur con la rambla, sobre la costa del Río de la Plata.
A los Barrios Sur y Palermo se los conoce como la cuna de la cultura afro-uruguaya y del ritmo conocido como Candombe. Cuando la ciudad comenzó a expandirse fuera de los límites de la muralla de la Ciudad Vieja la colectividad afro comenzó a afincarse mayoritariamente en estas zonas.
La Ciudad Vieja fue el corazón de un territorio mayor, y concentró durante décadas las actividades políticas, administrativas, comerciales y culturales de la ciudad.
Las ciudades del mundo entero están viviendo una reafirmación de su centralidad. Las razones no son sólo urbanísticas sino también simbólicas, porque revivir el centro y su principal avenida, es como reconocer que la ciudad tiene un corazón.
Según Isidoro de María, el barrio se denomina así, “por las Tres Cruces de Madera” que señalaron, a principios del siglo XVIII, el sitio donde fueran asesinadas tres personas.