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CIUDAD y MEMORIA

Nuestro Municipio cuenta con un mapeo con puntos relacionados con la represión y la resistencia entre 1968 y 1985.

Nota publicada en LA DIARIA

Proyecto de extensión de Educación Social promovió un mapeo del Municipio B con puntos relacionados con la represión y la resistencia entre 1968 y 1985.

Hasta el viernes se puede visitar en el Espacio de Arte Contemporáneo (EAC) la muestra Espacios y trayectos de memoria en la ciudad, surgida a partir del Proyecto de Extensión “Educación, ciudad y memoria” del Instituto Académico de Educación Social del Instituto de Formación en Educación Social (IFES) del Consejo de Formación en Educación (ver recuadro). En la exposición se puede ver un mapa del Municipio B (Cordón, Palermo, Parque Rodó, La Aguada este, parte de La Comercial y de Tres Cruces) señalizado a partir de un mapeo colectivo realizado por estudiantes de Educación Social e integrantes de la organización de ex presos políticos Crysol sobre puntos que hacen referencia a la represión y la resistencia entre el 13 de junio de 1968 y el 28 de febrero de 1985. El mapa tiene referencias de colores relacionadas con el uso de la ciudad de acuerdo a temas laborales o de estudio, uso doméstico o de parentesco, uso cultural y militancia; también según el período (se eligieron dos, divididos por el golpe de Estado: 1968-1973 y 1973-1985); y se señalizaron la marcas de la memoria y los sitios de memoria. Además, en la muestra se puede ver el registro audiovisual del recorrido en que terminó el proyecto.

En diálogo con la diaria, los responsables de Espacios y trayectos de memoria en la ciudad, los educadores sociales Paola Fryd y Hernán Lahore, contaron que lo primero que hicieron fue motivar a estudiantes del IFES y a integrantes de Crysol a realizar juntos el mapeo para establecer puntos del Municipio B en correspondencia con un recuerdo. “Por ejemplo, en 18 de Julio y Martín C Martínez fue donde a una de las personas la agarraron para llevarla presa, como preso político”, explica Fryd, mientras señala el punto en el mapa. “Las personas iban identificando puntos y a su vez identificando recorridos. Por eso el tema de los trayectos dentro del Municipio B. Lo seleccionamos porque es una zona que tiene centralidad, que ha sido muy significativa en relación con luchas tanto a nivel de resistencias como de represiones. Y por eso la intervención es entre la Universidad de la República y la plaza Libertad, porque tanto los estudiantes como la gente, que no baja de entre los 65 y 70 años, lo identificaban, ayer y hoy, como un trayecto que aporta a la construcción de la memoria colectiva, donde pasan cosas para la memoria de los uruguayos”, explica Fryd.

Según Lahore, pensaron que “hacer un mapeo tenía que ver con los procesos que se venían desarrollando” a partir de la aplicación de leyes como la de reparación a víctimas del terrorismo de Estado y la de declaración de sitios de memoria, en la que se establecen “procedimientos para identificar lugares de la ciudad donde se habían producido violaciones a los derechos humanos entre 1968 y 1985”. Pero más allá de esos sitios, este proyecto se interesó por “una construcción más subjetiva de relatos sobre el espacio y la memoria de cualquier persona”. “En este caso trabajamos con ex presos políticos y estudiantes de Educación Social, pero podría haber sido otra grupalidad. Poder ver qué memoria tiene cada uno, dónde se ha situado sobre un determinado territorio y en este caso en relación con el pasado reciente. El mapeo colectivo es una herramienta que obliga, a partir de un soporte gráfico o visual, a trabajar entre las personas para crear el mapa. Lo hacen en el momento en que se ponen alrededor del mapa, y en estas distintas interacciones que cada uno va haciendo, se va creando algo más de relato colectivo”. Fryd cuenta que “la pata educativa” del proyecto consistió en que se hizo en el IFES, con estudiantes, y “ahí hay algo de la transmisión generacional, de un pasaje de la memoria, del recuerdo y de la construcción de una memoria colectiva, donde hay algo que también tienen que recibir las nuevas generaciones para resignificar la ciudad”. “Pudimos visualizar cómo funcionaba para jóvenes de entre 20 y 22 años determinada esquina, que significaba una cosa bien distinta para otras generaciones. Sin embargo otros trayectos podrían tener significados iguales para todos”, agrega.

Resignificación

La primera consigna de trabajo fue “poder asociar algunos de esos lugares de la ciudad con algún recuerdo que ellos tuvieran y si querían compartirlo con el resto”, expresa Lahore. Esas experiencias quedaron registradas en tarjetas escritas a mano que fueron adheridas a los contornos del mapa y unidas con fechas a los puntos correspondientes a cada relato. “Hay relatos más conocidos por todos, que tienen que ver con una manifestación, y hasta había una coincidencia con una placa de la memoria en particular, pero hay otros relatos que son súper singulares, de cada persona”, cuenta Lahore. Pero a veces, cuando alguien de Crysol señalaba un lugar, los estudiantes “resignificaban esa esquina”: “Algún estudiante dijo algo, y otro intervino y dijo ‘es la plaza donde vamos a tomar una cerveza’. Entonces, a partir de ese momento, ese lugar cobró otro sentido para esas personas”.

Lahore indica que el proyecto no sólo tiene una perspectiva educativa “por lo intergeneracional”, algo que “podría estar presente en cualquier grupo de jóvenes”, sino sobre todo “porque estos son jóvenes que se están formando para ser educadores sociales”. “Ellos también van a asumir la tarea de la transmisión de estas cosas, y nos parece que esto es parte de ese acervo cultural que los educadores sociales debemos tener para trasmitir a las nuevas generaciones”, añade.

Luego de realizar el mapeo, los propios participantes decidieron recorrer el trayecto “como una forma de materializar una acción sobre ese territorio que habíamos estado problematizando”. Para eso, la recorrida desde la Universidad hasta la plaza Libertad por 18 de Julio fue señalizada con una especie de gran sello que dejaba una huella de pintura lavable rosada de unos 20 centímetro de diámetro cada dos metros. “Si hubiéramos tenido un dron, también podríamos haber reconstruido visualmente ese trayecto efímero”.

La recorrida fue registrada en un audiovisual, financiado por la Casa Bertolt Brecht y la Fundación Rosa Luxemburgo. Finalmente, se le dio visibilidad como muestra en el Espacio de Arte Contemporáneo (EAC). Para Lahore, “más allá de que esto tiene un valor para las personas que participaron, la idea es que pueda ser un testimonio para otros”, y además es un proyecto que “se puede hacer todos los años”, con cada nueva generación de estudiantes del IFES. La elección del EAC no fue casualidad, ya que “integra el Municipio B y tiene sentido por lo que el edificio era antes”: una cárcel.

Además de la idea de replicarlo tal como se hizo, también pensaron en la posibilidad de hacer intervenciones sobre el espacio de itinerarios de memoria en toda la ciudad, y ofrecer actividades para niños y adolescentes llevadas a cabo por educadores sociales en un “recorrido de la memoria”. “Para nosotros está bueno esto de tomar la ciudad, los lugares; ya están las placas [de la memoria], pero está bueno lo de construir estos trayectos entre los sitios de memoria”, opina Lahore. “Nos importaba mucho relatar la idea de espacio y de trayecto, y el territorio como espacio usado. La ciudad que habitamos es un lugar que todos usamos, y es interesante construir cómo nos vinculamos con ella y con nuestros recuerdos”, concluye Fryd.